“La Ausencia en la Presencia” (Ever present, ever absent) es un conjunto de retratos que exploran la perdida de personas cuyos seres queridos han desaparecido a causa del conflicto armado en Colombia. A lo largo de 2014, el artista americano Benjamin M. Betsalel pasó tiempo con familiares de personas desaparecidas a raíz del conflicto en Colombia. Le contaron sus historias, compartieron sus memorias y objetos de remembranza.
En colaboración con el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Betsalel encontró 13 familiares de personas desaparecidas quienes aceptaron ser parte del proyecto y sujeto de retrato.
Cada sujeto de la exposición está representado por tres elementos: un retrato, un objeto y una narrativa; el título enuncia la relación familiar del sujeto con la persona desaparecida, el nombre de ésta y el día de la desaparición.
Además de los retratos, narrativa y objetos, éste libro contiene fotografías de la primera exposición de ésta serie, realizada de manera conjunta a la presentación de un informe sobre las necesidades de los familiares de desaparecidos presentado por el CICR, el 13 de noviembre 2014 en Bogotá, Colombia.
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“Padre de Braulio, desaparecido desde el 9 de mayo, 2005”
carbón y acrílico sobre lienzo, 2014
objeto: tronco con repuestos de motosierra
Mi hijo era carpintero. El día que desapareció estaba en una vereda al borde del camino esperando que le trajeran unos repuestos para su motosierra. Durante muchos años, no tuve prueba de que estuviera muerto – hasta el pasado noviembre cuando vi una foto de su cuerpo. En ese momento me sentí fuerte, como si un escudo invisible me protegiera. Pero no recuerdo los días posteriores. A veces creo que perdí la cabeza. A veces, empiezo a llorar de repente. Es muy doloroso dejarlo partir y olvidar. Ahora solo quiero encontrar su cuerpo y darle una sepultura digna.
Al principio me obsesioné con limpiar su nombre y buscar justicia. Dejé mi finca y sacrifiqué todo lo que tenía. Contraté un abogado que me robó todo mi dinero y nunca trabajó en el caso. Se negó a devolverme los documentos del caso que yo había compilado. Estaba muy deprimido y pensé en darme por vencido. Un día, llorando en el vestíbulo de un hotel, una mujer se acercó a consolarme y le conté mi historia. Me convenció de que la acompañara a la Fiscalía. Finalmente, la Organización de Estados Americanos logró que el abogado me devolviera el archivo del caso. Desde entonces, el caso ha sido reabierto y espero que se haga justicia. Esa mujer era un angel.
“Madre de Edgar Byron, desaparecido desde el 10 de julio, 1999”
carbón y acrílico sobre lienzo, 2014
objeto: fotocopia de una carta de Edgar Byron
A mi hijo Edgar Byron le gustaba dibujar. En una ocasión ganó un premio por su obra. Cuando terminó el colegio a los 17 años, se alistó en la Academia de Policía para apoyar a nuestra familia pero nunca perdió su interés por el dibujo. Trabajó para la policía tres años hasta que fue retenido. Durante tres meses no supimos si estaba vivo. Entonces, recibimos una foto como prueba de vida. A partir de ahí, comenzó a enviarnos cartas y dibujos para que supiéramos que estaba bien. Me decía que no me preocupara, que se encontraba bien. Desde 2002 no hemos vuelto a recibir más cartas.
Una vez Edgar Byron me visitó en un sueño y me dijo que cuando toda la familia estuviera de nuevo unida, regresaría. A día de hoy todavía siento que cuida de nuestra familia.
La decisión más difícil de mi vida la tomé muchos años después, cuando finalmente acepté el dinero del Gobierno como compensación por sus años de servicio… elegir el dinero antes que la esperanza de creer que mi hijo aún sigue vivo.
“Madre de Jairo Alexander, desaparecido desde el 21 de julio, 2006”
carbón y acrílico sobre lienzo, 2014
objeto: fotografía de un altar
Cuando se llevaron a mi hijo, secuestraron mi vida. Era una buena persona, inteligente y noble. Me sentí muy orgullosa de él cuando terminó el colegio y llegó a ser enfermero. Cuidaba a todo el mundo. Unos días después de su desaparición, su novia se enteró de que estaba embarazada. Eso nos rompió el corazón. Su hijo siempre quiere ir al aeropuerto a esperar a que su padre regrese. Yo también creo que un día volverá.
Cuando estoy muy triste visito a mi nieto. Él me recuerda tanto a Jairo Alexander, y le agradezco a Dios por tenerlo en mi vida. Cuidar de él es una distracción que me da mucha alegría, pero también dolor. Aunque las autoridades dicen que es improbable que mi hijo siga con vida, yo no me doy por vencida. Todavía mantenemos una vela encendida con la esperanza de que un día él encuentre el camino a casa.
“Hermana de Carlos, desaparecida desde el 2 de abril, 2007”
carbón y acrílico sobre lienzo, 2014
objeto: montón de tierra
Cuando era joven, actores armados trataron de reclutarme. Dijeron que ganaría mucha plata, educación y que tendría una gran vida. Me ofrecieron ropa pero no acepté sus regalos. Mi destino no estaba con ellos. Para mí, la única cosa más importante que la libertad, es proteger a mis hijos.
La gente dice que vinieron a la finca donde mi hermano trabajaba y lo obligaron a instalar unos artefactos. Algunos dicen que murió cuando uno de estos artefactos se activó de manera accidental, pero nadie sabe dónde está su cuerpo. Es muy triste porque era una persona buena y honesta que se dedicaba a trabajar en su finca para apoyar a su familia. Tuvo la mala suerte de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado.
exposición de “La Ausencia en la Presencia” en colaboración con la campaña de desaparecidos del Comité Internacional de la Cruz Roja – Bogotá, Colombia, 2014, foto: Andrés Felipe Cortés Tique
exposición de “La Ausencia en la Presencia” en colaboración con la campaña de desaparecidos del Comité Internacional de la Cruz Roja – Bogotá, Colombia, 2014, foto: Andrés Felipe Cortés Tique
exposición de “La Ausencia en la Presencia” en colaboración con la campaña de desaparecidos del Comité Internacional de la Cruz Roja – Bogotá, Colombia, 2014, foto: Andrés Felipe Cortés Tique
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